Ahora que tan de moda ha vuelto a ponerse el género "distópico" (Los juegos del hambre, Divergente, etc) -nueva organización social-mundial, a partir de una catástrofe bélica o medioambiental- no podemos sino retomar un clásico de la literatura universal como esta obra de Huxley. Preguntas tan de actualidad como las posibilidades de la genética como medida para resolver los problemas del mundo, o la dispensación de drogas controladas que den la felicidad, o la ausencia de relaciones afectivas...todas presentan un interesante planteamiento en esta obra.

Competente,
era el veredicto de sus superiores. Y, moviendo la cabeza y bajando significativamente
la voz, añadían: Quizá demasiado competente. Sí, un tanto demasiado; tenían
razón. Un exceso mental había producido en Helmholtz Watson efectos muy
similares a los que en Bernard Marx eran el resultado de un defecto físico. Su
inferioridad ósea y muscular había aislado a Bernard de sus semejantes, y
aquella sensación de separación, que era, en relación con los standards normales,
un exceso mental, se convirtió a su vez en causa de una separación más acusada.
Lo
que hacía a Helmholtz tan incómodamente consciente de su propio yo y de su soledad
era su desmedida capacidad. Lo que los dos hombres tenían en común era el conocimiento
de que eran individuos.